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La discapacidad por enfermedad mental se debe a alteraciones de la salud mental que pueden provocar diversas situaciones en las que el individuo tiene dificultad para controlarse solo ante ciertas situaciones o momentos de su vida, y por ello puede necesitar tratamiento y seguimiento de un profesional, para poder normalizar su situación y recuperar sus capacidades. Un trastorno o alteración mental no tiene por qué mermar la capacidad intelectual o el grado de cociente intelectual de la persona que la padece.

Un trastorno mental se puede presentar como una alteración de las emociones, de la comprensión o del comportamiento.

La conducta de la persona puede verse alterada y también su percepción del entorno y de las personas que le rodean, causando así una mayor dificultad para su adaptación en la sociedad y creando un malestar en quién lo padece.

Con un tratamiento adecuado la mayoría de las personas con enfermedad mental pueden desarrollar su vida cotidiana de forma normalizada.