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Foto de alimentos

La respuesta normal de nuestro sistema inmunitario frente a los alimentos es la tolerancia, pero en ocasiones generan una respuesta alterada que conduce a la aparición de efectos nocivos al ingerirlos, lo que se conoce como alergia a los alimentos. El Dr. Ángel Moral, alergólogo del hospital HM IMI Toledo y presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), recuerda que las alergias alimentarias “provocan generalmente manifestaciones cutáneas como urticaria y digestivas. Además pueden provocar rinitis o asma”.

En España la alergia a los alimentos afecta del 1 % al 3 % de la población general y es más común en los niños menores de 3 años, en los que puede llegar hasta el 8 %. El alergólogo de HM IMI Toledo explica que “la alergia a los alimentos es el resultado de un fallo en la tolerancia inmunológica, y resulta de la interacción de múltiples factores como la edad, la carga genética del individuo, el estado de la barrera mucosa intestinal (alteraciones en la permeabilidad) y el tipo, cantidad y forma de presentación del alimento (o alérgeno alimentario). Cuando falla la tolerancia, el sistema inmunitario produce una respuesta de anticuerpos IgE frente al alimento. Esta respuesta IgE (sensibilización) se genera en el intestino, pero también puede ocurrir en la piel o en el aparato respiratorio”.

Los alimentos que con mayor frecuencia inducen reacciones alérgicas son: la leche, el huevo, el cacahuete, los frutos secos, las frutas, el pescado, el marisco, la soja, el trigo y las legumbres. El Dr. Moral subraya que “la leche de vaca y el huevo son los alimentos que más frecuentemente producen alergia en los niños en todos los países occidentales, debido a su importante consumo en este grupo de edad. Sin embargo, la mayoría desarrolla tolerancia a lo largo de la infancia, por lo que estos dos alimentos raramente provocan reacciones alérgicas en los adultos”.

Señales de alarma

Las reacciones alérgicas aparecen habitualmente en las dos horas siguientes a la ingestión del alimento, generalmente en los primeros 30-60 minutos. El Dr. Moral señala que “la gravedad depende de la respuesta inmunológica del paciente, de la reactividad del órgano afectado y de las características físico-químicas del alérgeno (principalmente su resistencia o no a la digestión). El ejercicio físico, la toma de antiinflamatorios no esteroideos o de alcohol pueden favorecer la presentación de reacciones graves”.

En los casos de alergia alimentaria más graves se produce la anafilaxia, una reacción muy grave que tiene una incidencia de entre 3 y 30 casos por cada 100.000 habitantes al año y la mitad de ellos se deben a alimentos.  “Aparece en minutos tras la ingestión del alimento, incluso trazas de éste, y progresa muy rápidamente. Los pacientes pueden desarrollar prurito (picor) generalizado, urticaria, angioedema, edema laríngeo, broncoespasmo, dolores abdominales, vómitos, diarrea, arritmias cardiacas, hipotensión y choque (shock)”, apunta el Dr.Moral.

En las últimas décadas, han comenzado a desarrollarse tratamientos específicos que intentan modificar la respuesta del sistema inmunitario para inducir una tolerancia oral a los alimentos en aquellos pacientes que presentan alergias persistentes. 

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