El papel decisivo del triaje enfermero en mujeres

En España, las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la primera causa de muerte en mujeres. Sin embargo, su diagnóstico suele retrasarse porque los síntomas femeninos no siempre coinciden con los clásicos que se asocian a los hombres, como el dolor en el pecho que irradia al brazo izquierdo.

Las mujeres suelen presentar señales menos evidentes, como fatiga o cansancio inusual, falta de aire, náuseas, mareos o sudor frío, y dolor en la espalda, cuello o mandíbula. 

Estos síntomas, a menudo confundidos con problemas digestivos, estrés o ansiedad, pueden retrasar la identificación del infarto y, con ello, el inicio del tratamiento que salva vidas.

 

El papel decisivo del triaje enfermero

En urgencias, el triaje es la primera valoración clínica. Reconocer una isquemia, una arritmia o una insuficiencia cardiaca a partir de síntomas atípicos requiere formación, protocolos y rapidez. Decidir en minutos la realización de un electrocardiograma o la monitorización puede cambiar por completo el pronóstico del paciente.

En este sentido, desde la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) destacan la necesidad de formación específica en diferencias por sexo, escalas de riesgo basadas en la evidencia, y también reclaman la creación de la especialidad de Enfermería de Urgencias y Emergencias para garantizar una atención homogénea y segura. 

SEMES insiste en que ninguna emergencia cardiovascular debe pasar desapercibida en triaje. Protocolos adaptados, electrocardiogramas tempranos y activación rápida de circuitos de atención son claves para mejorar la supervivencia y reducir secuelas de las patologías cardiovasculares. 

 

Cinco señales de alarma de un infarto en mujeres

Si nota alguno de estos síntomas, aunque desaparezcan, acuda inmediatamente a los servicios de emergencia:

  1. Molestia en el pecho: presión, opresión, ardor o dolor en el centro del pecho.
  2. Dificultad para respirar: con o sin dolor torácico.
  3. Dolor en otras zonas: espalda, cuello, mandíbula o brazos.
  4. Sudor frío, mareos o náuseas: a menudo confundidos con problemas digestivos.
  5. Ansiedad intensa o sensación de muerte inminente.

El 80 % de estas afecciones pueden prevenirse con hábitos de vida saludables y con revisiones periódicas. De ahí la necesidad de que las mujeres mayores de 45 años realicen un control riguroso de los factores de riesgo, mediante pruebas específicas que permitan detectar alteraciones tempranas y evitar complicaciones graves.

 

El papel decisivo del triaje enfermero en mujeres

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