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Foto de una mujer adulta que se hidrata las piernas con una crema

La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo y está en una constante renovación y continuo cambio a lo largo de la vida. Su salud viene determinada, en un 25-35 % por la genética y en el otro 70-75 % por el exposoma. Como explica la doctora Ana Álvarez-Vieitez, dermatóloga del Hospital Nuestra Señora del Rosario, “el exposoma es el conjunto de factores de exposición a los que está sometida la piel de una persona desde que nace hasta que muere. El entorno que nos rodea va a  afectar a la salud y al envejecimiento de este extenso órgano”.

Según esta especialista, la piel delata en todo momento el estado psíquico y la relación con el entorno de cada persona, “alterando su elasticidad, textura, color, brillo o aspecto”. 

Factores del exposoma 

Los factores que constituyen el exposoma y que, muchas veces, no son considerados, son los siguientes: 
•    La psique. La piel, como subraya la doctora Álvarez-Vieitez, es el reflejo del alma.  De ahí que el estrés, la ansiedad, la depresión, el cansancio o la falta de descanso (dormir menos de seis horas) afecten al aspecto de la piel, el pelo y las uñas y acaben provocando una reducción de su luminosidad, la dilatación de los poros, descamación, caída del pelo, uñas deslustradas, etc.
•    La dieta. Esta debe ser equilibrada y rica en alimentos antioxidantes, pues una dieta baja en ellos provoca +/- 25 % del envejecimiento cutáneo. “Es bueno tomar alimentos ricos en vitamina C y E. También se debe evitar el consumo de mucho azúcar, pues provoca flacidez cutánea. Por último, es importante tomar dos litros de agua al día para conservar la piel en buen estado”, apunta la dermatóloga.
•    Los excitantes. El tabaco, el alcohol y el café empeoran nuestro estado cutáneo. Como detalla la doctora Álvarez-Vieitez, el tabaco disminuye los fibroblastos y, con ello, la formación de colágeno, lo que se traduce en más arrugas y en una piel apagada, además de alterar las glándulas sebáceas y generar una piel engrosada, grisácea y con muchos quistes de retención. El alcohol, por su parte, deshidrata la piel y vasodilata los capilares cutáneos, induciendo a la temida cuperosis con piel enrojecida y en su extremo la deformante rinofima (nariz de payaso). El café en exceso provoca deshidratación cutánea y una disminución de la luminosidad, por lo que no se deben tomar más de dos tazas al día. 
•    La cosmética. Se deben utilizar siempre cosméticos avalados por el dermatólogo, que es quien sabe qué emplear en función del tipo de piel de cada uno y recomendará productos con principios activos lo más naturales posibles. “Es importante utilizar brochas limpias y cuidar extremadamente el desmaquillado de la piel por las noches para librarla de todas las impurezas del día y, posteriormente, hidratarla de manera adecuada”, apunta la especialista, quien abunda: “Esta limpieza debe ser suave, sin frotar ni usar agua muy caliente, pues induce cuperosis y alteración del manto lipídico. En cuanto al contorno de ojos, es muy importante servirse de productos específicos, pues hablamos de una piel muy fina y delicada y quizá sea en la que más se percibe el paso del tiempo”.
•    Agentes externos. El sol, con su radiación ultravioleta, UVA-UVB-UVC, puede ocasionar hasta un 80 % del envejecimiento cutáneo, sin olvidar su papel primordial en la aparición de los cánceres de piel. Las personas que no usan una buena fotoprotección diaria (Fotoprotector 30 o 50), envejecen un 24 % más que los que sí la emplean, apareciendo manchas, arrugas, piel afinada, etc. 
La doctora Álvarez-Vieitez también incide en el daño que origina la luz azul (led, ordenadores, pantallas….) que provocan la formación de radicales libres y la alteración de la matriz dérmica. La fotocontaminación y el descenso de la capa de ozono, así como el clima, alteran igualmente la piel.

Hidratación frecuente y fotoprotección
En resumen, es importante recordar que la hidratación frecuente con cremas recomendadas dermatológicamente en todo el tegumento cutáneo ayuda a contrarrestar el envejecimiento cutáneo, al igual que una buena fotoprotección. “No debemos olvidar que el escote, las manos y la piel de la cara son las zonas más sometidas al exposoma y que delatan, si no las cuidamos, una edad aparente mayor que la biológica”, concluye la doctora Álvarez-Vieitez, quien apunta que resulta conveniente visitar anualmente al dermatólogo para poder prevenir patologías cutáneas importantes y ayudar a que nuestra piel esté lo más cuidada posible.


 

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