Más de 60 millones de personas sufren glaucoma en el mundo, una enfermedad que afecta al nervio óptico, generalmente por acumulación de fluido en la parte anterior del ojo que aumenta la presión intraocular y puede afectar gravemente a la visión e incluso llegar a la ceguera si no es tratado.
No obstante, en la mayor parte de los casos, la pérdida de visión puede ralentizarse si la enfermedad se trata a tiempo, explica el profesor Luis Fernández-Vega, director médico del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, quien destaca la importancia de “tener un hábito de vida saludable y evitar el consumo de tabaco, obesidad y el sedentarismo, pues aumentan el riesgo de desarrollar glaucoma, primera causa de ceguera irreversible en personas mayores de 60 años”.
Otros factores de riesgo de padecer glaucoma, segunda causa de ceguera en el mundo, son: las personas con antecedentes familiares de glaucoma; personas de origen africano y asiático; personas con altas miopías o como consecuencia de la evolución de otras patologías, que pueden ser tanto oculares como sistémicas. Entre las primeras, destaca la uveítis, alteraciones de la retina, alteraciones del cristalino, tumores intraoculares, desprendimiento de tejido de las diferentes estructuras del interior del ojo, etc.
En España, hay un millón de personas que padecen esta enfermedad. En fases tempranas, el paciente puede no experimentar síntomas y, en consecuencia, no es consciente de que padece la enfermedad. En cambio, cuando se encuentra más avanzada puede llegar a condicionar de forma significativa el día a día de la persona debido a importantes limitaciones en su capacidad visual que puede implicar dificultades en la lectura o la posibilidad de tener que dejar de conducir. Todo ello implica una reducción de la calidad de vida.
El Dr. Pedro Pablo Rodríguez Calvo, responsable de la Unidad de Glaucoma en el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, indica que paulatinamente la población está acostumbrándose a realizar sus revisiones con el oftalmólogo a edades más tempranas, lo cual permite tratar el glaucoma de forma precoz y controlar sus consecuencias. No obstante, también lamenta que aún haya pacientes que no acuden hasta que empiezan a notar los efectos de la enfermedad.
“En el caso del glaucoma, la prevención es particularmente relevante, ya que se va perdiendo la visión periférica de forma lenta y progresiva. Si el paciente no percibe ese deterioro, puede llegar a perder totalmente la visión. De hecho, se calcula que el 50 % de los pacientes con glaucoma no sabe que lo padece. Sólo en el caso de un ataque de glaucoma agudo, el ojo se pone rojo y aparece un dolor muy intenso, que puede ir acompañado de visión borrosa, náuseas y vómitos”, explica el Dr. Rodríguez Calvo.
Respecto al tratamiento, el Dr. Ignacio Rodríguez Uña, especialista en glaucoma del mismo Instituto explica: “Al tratarse de una enfermedad crónica, el tratamiento es de larga duración y es muy importante el cumplimiento del mismo para conservar la visión y mantener la calidad de vida. Podemos disminuir esta presión mediante fármacos (colirios), tratamientos con láser o cirugía. Con ello, se consigue ralentizar o incluso llegar a detener la progresión del glaucoma”.
En cuanto a la cirugía, destacan los nuevos procedimientos quirúrgicos que reducen el tiempo de intervención y logran que el paciente se recupere antes. En concreto, la cirugía mínimamente invasiva del glaucoma presenta numerosas ventajas: “Se han desarrollado multitud de pequeños dispositivos implantables que ayudan al filtrado del humor acuoso y a la reducción de la presión intraocular, con escasa manipulación quirúrgica y un buen perfil de seguridad”, asevera el oftalmólogo.