El empleo: prioridad para el 91 % de las personas con discapacidad
La Fundación Adecco y Smurfit Kappa Nervión presentan el tercer informe Discapacidad y expectativas para el nuevo año, cuyas conclusiones se basan en una encuesta a 300 personas con discapacidad, en edad laboral y residentes en España.
Durante los años previos a la pandemia, el proceso de inclusión laboral de las personas con discapacidad había experimentado un importante desarrollo. Una vez superados los peores momentos de la crisis, que supusieron un frenazo en seco de algunos índices como la contratación, se observa el retorno hacia esa tendencia positiva en la evolución, por ejemplo, de la contratación de personas con discapacidad.
Durante el año 2022 (datos consolidados hasta el mes de noviembre), las cifras demuestran la consolidación de la tendencia de recuperación del año pasado en el número de contrataciones (+10 %). Es más, superan la cifra prepandémica en un 5 %. Si echamos la vista más atrás y comparamos estas cifras con las de hace una década, observamos que el número se duplica. Según el SEPE: si entre enero y noviembre de 2012 las personas con discapacidad firmaron 56.800 contratos, en el mismo periodo de este año se han generado un total de 1115.768 empleos.
Aunque algunas de estas cifras llaman al optimismo, otras no lo hacen tanto. Es el caso de la tasa de paro, que sube respecto al año pasado, situándose en el 22,5 %. Se trata de un aumento de tan solo 0,3 puntos porcentuales respecto a 2021, pero supone un parón en la tendencia que veníamos observando los últimos años, cuando lo habitual era un descenso de en torno a un 1,5% anual.
Datos como el de la escasa participación de las personas con discapacidad en el mercado laboral también nos devuelven a la realidad, ya que su tasa de actividad se reduce al 34,6 %. En otras palabras, el 65,4 % de las personas con discapacidad en edad laboral no tiene empleo ni lo busca, un porcentaje que ha permanecido prácticamente estancado en los últimos años. La pregunta es si mediante una mejor gestión de las políticas pasivas y activas de empleo se puede ayudar a incrementar la tasa de actividad y, como consecuencia, contribuir a mejorar la inclusión social de muchas personas con discapacidad que están fuera del mercado laboral.
Además, esta tasa tan elevada de personas inactivas también se debe a las dificultades para encontrar trabajo como consecuencia de los estereotipos existentes en la sociedad.
Otro de los grandes retos a asumir en los próximos años es ampliar la penetración de las personas con discapacidad en la empresa ordinaria, es decir, en entornos de trabajo normalizados. Actualmente, más de tres cuartas partes de los contratos a personas con discapacidad (75,1 %) se suscriben en el ámbito protegido (Centros Especiales de Empleo), una cifra que supera en casi 10 puntos porcentuales a la de hace una década (66,9 %).
Promover la formación requerida por las empresas sigue siendo otro de los retos fundamentales para los próximos años, ya que incrementa exponencialmente las oportunidades de acceder al empleo. Los jóvenes con discapacidad, a pesar de haber experimentado un gran avance en los últimos 10 años, siguen infrarrepresentados tanto en la Universidad como en la Formación Profesional. Tampoco hay que olvidar aspectos como la transformación digital, ya que las personas con discapacidad son de las más afectadas por la brecha digital. Dotarles de las competencias digitales básicas y de aquellas que reclaman las empresas actualmente (y aquellas que reclamarán de aquí a un futuro próximo) les acercará a nuevos nichos de empleo que hace unos años ni siquiera existían.
Si en 2021, el 65 % de los desempleados no confiaba en el mercado laboral, la cifra de aquellos preocupados por quedarse atrás o por tener dificultades para encontrar empleo en el mercado laboral ha bajado en 2022 hasta el 47,8 %. Es decir, más de la mitad de las personas entrevistadas (52,2 %) cree que va a ser un buen año para el empleo de quienes tienen discapacidad. Un dato positivo, pero que no debe hacernos olvidar a esa mitad que no tienen confianza en el mercado laboral y cuyas expectativas para 2023 no son halagüeñas. Creen que fenómenos como la digitalización, la automatización de puestos de trabajo, la crisis que aún afecta a muchas empresas o los requisitos cada vez más exigentes de las ofertas de empleo, dificultarán la competencia y, por tanto, su acceso al empleo.
La confianza de las personas con discapacidad en el próximo año se ve reflejada en la elección de su principal prioridad, el empleo. Las respuestas de la encuesta lo sitúan como una prioridad absoluta. De hecho, un 91% de los encuestados elige la posibilidad de encontrar un trabajo en el centro de sus deseos, por delante de elementos como la vivienda, el ocio o las relaciones afectivas.