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Foto de una mujer mayor en silla de ruedas rodeada de amigos y de una enfermera

Día Mundial del Parkinson: la importancia de un diagnóstico precoz
Hoy, 11 de abril, es el Día Mundial del Parkinson, una enfermedad neurológica, crónica y progresiva que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) afecta en España, al menos, a 150.000 personas. Es, además, la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente en nuestro país tras la enfermedad de Alzheimer. 

“Tanto la incidencia como la prevalencia del párkinson se ha incrementado de manera considerable en las últimas décadas y lo seguirá haciendo en las próximas décadas. Tal es así que estimamos que dentro de 30 años estas cifras podrían triplicar las actuales”, señala el doctor Pablo Mir Rivera, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN. “Este incremento es debido, fundamentalmente, al aumento de la esperanza de vida, los avances diagnósticos y terapéuticos, y un mejor conocimiento de la enfermedad tanto social como científico. Pero, sin embargo, sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada”. 

Cada año, en España se diagnostican unos 10.000 nuevos casos de la enfermedad de Parkinson. No obstante, la SEN estima que, al menos, un 28 % de los afectados están sin diagnosticar y hasta un 25 % de los pacientes diagnosticados tienen en realidad otra enfermedad. Además, actualmente, los pacientes con párkinson tardan una media de entre 1 y 3 años en obtener un diagnóstico. 

“Hay que tener en cuenta que generalmente se asocia a la enfermedad de Parkinson a síntomas motores: principalmente temblor, rigidez, bradicinesia, trastornos de la marcha y del equilibrio… Sin embargo, actualmente se sabe que un 30-40 % de los pacientes no presentan temblor y que, en muchas ocasiones, antes del comienzo de los síntomas motores, se presentan otros muchos síntomas como trastornos cognitivos, del estado de ánimo, gastrointestinales, autonómicos, del sueño, etc. Identificar correctamente los síntomas de esta enfermedad es el primer paso para poder mejorar los tiempos de diagnóstico”, explica el doctor Pablo Mir. 

Y es que, en un 40 % de los casos, la primera manifestación del párkinson es la depresión, aunque también puede manifestarse en problemas de memoria, estreñimiento, pérdida de olfato, alteraciones urinarias, disfunción sexual, y, de forma muy habitual, trastornos del sueño.

Por otra parte, el párkinson tampoco es una enfermedad exclusiva de personas mayores. Si bien en España el 70 % de los pacientes diagnosticados con párkinson superan los 65 años, el 15 % de los casos se dan en menores de 50 años e incluso se pueden encontrar pacientes en los que la enfermedad se inicia en la infancia o en la adolescencia.  

“El envejecimiento constituye el factor no modificable más importante para padecer  párkinson, porque es una enfermedad relacionada claramente con el incremento de la edad: mientras que el 2 % de los mayores de 60 años padecen Parkinson, en mayores de 80 años, la enfermedad alcanza al 4 %”, comenta el doctor Pablo Mir. “Pero aunque aún no están claros todos los factores que llevan a un paciente a desarrollar la enfermedad, existen también otros factores de riesgo”. 

Es el caso de la genética, aunque las formas familiares sólo representan alrededor del 5 % de los casos de párkinson, porque ya han sido descritas 22 mutaciones que pueden explicar hasta un 30 % de las formas familiares y un 5 % de las formas esporádicas; el sexo, ya que las mujeres suelen presentar una tipología de la enfermedad más benigna, con una tasa de empeoramiento motor más lenta; o la exposición a ciertos factores externos, que algunos estudios ha apuntado a ciertos tóxicos y/o a traumatismos craneoencefálicos. 

Aunque el diagnóstico de la enfermedad sigue siendo fundamentalmente clínico, hay pruebas complementarias que pueden realizarse ocasionalmente con objeto de resolver casos dudosos. Además, cada vez está adquiriendo mayor peso la investigación de biomarcadores que facilitarían el diagnóstico en fases precoces de la enfermedad. No obstante, es necesario identificar también biomarcadores con valor pronóstico, es decir, que permitan conocer con un alto grado de certeza cómo va a ser la evolución de un paciente diagnosticado de párkinson así como su posible respuesta a las diferentes terapias, dado que la evolución es muy variable de unos pacientes a otros. 

“El diagnóstico correcto y temprano de la enfermedad es un requisito fundamental para mejorar la calidad de vida del paciente porque, afortunadamente, contamos con tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que han resultado de gran utilidad. Sobre todo en etapas tempranas de la enfermedad, tanto para los síntomas motores como los no motores”, destaca el doctor Pablo Mir. “Hay que tener en cuenta, además, que tanto los síntomas motores como los no motores pueden ser igual de incapacitantes y, por lo tanto, afectarán gravemente a la calidad de vida del paciente y de sus cuidadores. Y también que cada paciente desarrollará la enfermedad de una forma distinta, por lo que el tratamiento debe ser individualizado y multidisciplinar”. 

 

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