Según el informe El futuro de los cuidados, elaborado por VML The Cocktail, cuatro de cada diez ciudadanos realizan actualmente labores de cuidados en nuestro país. Según los datos recabados, un 73% de la población española ha prestado o presta cuidados a personas mayores, enfermas y/o en situación de dependencia (excluyendo el cuidado de menores).
El perfil del cuidador en España está fuertemente feminizado. Como confirma este informe, se trata de mujeres de mediana edad, con hijos menores a su cargo, que trabajan fuera del hogar y compatibilizan sus responsabilidades profesionales con el cuidado de familiares directos, como padres y abuelos.
Según esta radiografía de los cuidados informales en nuestro país, en 2024, España contaba con 1.636.757 personas con situación de dependencia reconocida y otras 127.879 pendientes de valoración. Esta cifra se prevé al alza debido al progresivo envejecimiento de la población, ya que el país ocupa el tercer puesto mundial en esperanza de vida (83 años), sólo por detrás de Suiza y Japón.
La principal causa de necesidad de cuidados es la edad avanzada y la fragilidad asociada (55%), seguida de trastornos del movimiento y afecciones cognitivas, neurológicas o mentales como la demencia, el alzhéimer, la depresión o el autismo.
Impacto físico y emocional del cuidado
El cuidado diario supone un elevado nivel de exigencia: cerca del 50% de los cuidadores dedica al menos una hora al día a esta labor. Como consecuencia, más de la mitad manifiesta sentir agotamiento físico (51%) y mental (58%). El informe destaca que los principales impactos negativos se reflejan en el aumento del estrés, el deterioro emocional, las alteraciones en la rutina diaria y la escasa disponibilidad de tiempo personal.
Esta carga se acentúa entre quienes cuidan a personas con enfermedades mentales, quienes demandan mayores recursos financieros, apoyo emocional, atención profesional y servicios de respiro. En el caso de los cuidadores de personas con enfermedades terminales, se requiere una atención especial a su propia salud física y un mayor acceso a asesoramiento especializado.
Necesidad de apoyo profesional y administrativo
A pesar de las dificultades, los cuidadores destacan como factor más gratificante el vínculo emocional con la persona cuidada, así como el sentimiento de utilidad y el fortalecimiento de las relaciones familiares. Un 73% de los cuidadores se sienten acompañados por su entorno y un 64% afirma haber estrechado la relación con otros miembros de la familia.
No obstante, las carencias en el acceso a apoyo profesional son notorias: un 49% reconoce necesitar más ayuda especializada, pero no la recibe por razones económicas. Además, un 19% inicia sin finalizar el proceso para solicitar ayudas institucionales, alegando su complejidad y duración. De quienes sí completan el trámite (38%), la mayoría califica el proceso como difícil, lento y poco adaptado a sus necesidades reales.
En el plano socioeconómico, los cuidadores con ingresos más bajos presentan mayores niveles de agotamiento físico y psicológico y menor acceso a ayuda externa (sólo un 17% recurre a cuidadores profesionales), aunque reportan menos conflictos familiares y económicos.
Otro dato significativo que aparece en este informe es que, en el entorno rural, la carga del cuidado es aún más absorbente, con una menor percepción de apoyo institucional y escasa adecuación de las ayudas disponibles. Asimismo, la preferencia por profesionales del cuidado es menor en estas zonas.