Consejos para evitar el desperdicio de comida en Navidad
Tres de cada cuatro hogares españoles tiraron comida y bebida a la basura en 2020. Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se tiraron 31 kilos/litros por persona. En total, acabaron en el cubo de la basura 1.364 millones de kilos/litros de alimentos. La tasa de desperdicio se situó en 2020 en el 4,3 %, cifra ligeramente inferior al 4,7 % registrado en 2019. La Navidad es un momento del año en que el consumo se dispara y el peligro de acabar desperdiciando comida se multiplica. Tener presentes algunos consejos puede ayudar a aprovechar los restos.
El director de la Cátedra Unesco de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la UOC, F. Xavier Medina, opina que hoy en día la conciencia de reciclar y aprovechar los alimentos "existe" y se acompaña, además, de las normativas que lo favorecen. Por ejemplo, en los restaurantes "pedir que te pongan la comida que sobra en un táper o llevarte el vino que ha quedado" se puede hacer "sin problema ni pasar vergüenza". El experto de la UOC subraya que el aprovechamiento de comida es un hábito que "se integra plenamente en nuestra cultura gastronómica", donde ya existe de antiguo la costumbre de aprovechar los restos de comida para elaborar platos nuevos.
Para mantener la conciencia activa durante las próximas Navidades, las expertas de la UOC Anna Bach y Alicia Aguilar han recogido seis consejos para evitar el desperdicio.
1. Hacer una lista de la compra pensando en los menús que se prepararán. Así la compra se adaptará a los productos necesarios, y se evitará comprar alimentos que luego no se usarán y que es más fácil que queden en algún rincón y acaben desperdiciándose. Esto es especialmente importante para los productos frescos, con una vida útil más corta.
2. Conservar y almacenar correctamente los productos comprados en las mejores condiciones considerando sus características. Hay que leer las etiquetas, comprobar las fechas de caducidad y seguir las recomendaciones de conservación.
3. Ajustar las raciones. Hay que revisar la despensa antes de comprar y planificar para reducir la compra por impulso. Es importante planificar el menú considerando también el número de comensales. A menudo se tiende a cocinar en exceso y a servir demasiada cantidad en el plato, lo que lleva o bien a dejar comida en el plato —y, por lo tanto, a desperdiciarla— o bien a comer más de lo que apetece y en consecuencia ingerir más energía y ganar peso. Así pues, hay que pensar antes de llenar el plato: calcular lo que se comerá.
4. Congelar. Si, a pesar de haber hecho lista y haber ajustado las raciones, sobra comida, se puede congelar. De manera general, y si se hace bien, es un método de conservación que nos permite alargar el tiempo de consumo de un alimento sin que pierda valor nutritivo. Puede ser muy oportuno congelar en recipientes que contengan las raciones que después se consumirán. La opción de congelación en raciones individuales puede ser muy interesante para llevarlas al trabajo, por ejemplo.
5. Reaprovechar los restos para preparar nuevas recetas. Unas croquetas con el pollo asado que ha quedado, un puré con las verduras que se habían preparado como guarnición y han sobrado, son opciones muy sencillas. También se pueden consultar recetarios con muchas ideas.
6. Tener presente hacer un consumo responsable. Hay que informarse sobre la procedencia de lo que se come, qué sistemas de producción agrícola, de cría y de pesca se han usado… En general, el consumo de proximidad y de temporada mejora la vida de las pequeñas comunidades agrícolas, aumenta la biodiversidad, requiere menos energía para el transporte, tiene una buena relación calidad-precio y contribuye a una alimentación sana. Además, hay que decir "no" a los plásticos o a los plásticos no reciclables, y optar por otros embalajes más sostenibles como el cartón o usar solo envases reciclables.