«Queremos recopilar datos sobre cómo afecta el confinamiento al dolor, ya que no tenemos constancia de que haya ningún estudio al respecto en nuestro entorno», apunta Rubén Nieto, investigador del grupo eHealth Lab y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Los investigadores quieren analizar qué consecuencias tiene el hecho de no poder salir para las personas que sufren algún tipo de dolor de manera habitual. Los expertos consideran que factores que se pueden producir durante el confinamiento, como el estrés, el miedo o el sedentarismo, pueden influir en el dolor crónico.
El teletrabajo puede aumentar el dolor de espalda
Aunque los investigadores quieren analizar las impresiones de personas que sufran cualquier tipo de dolor físico, algunos de los más comunes son el dolor cervical y el lumbar, que se calcula que afectan a un 25 % de los europeos. Además, este tipo de dolor de espalda lo sufre por lo menos el 40 % de las personas en algún momento de su vida.
Una realidad que puede agravarse con el teletrabajo, ya que puede que no dispongamos de un espacio con las condiciones óptimas de la oficina, como puede ser una silla y una mesa con una buena ergonomía. «Pero no solo la ergonomía puede afectar, sino también la situación en la que se desarrolla el trabajo. Hay domicilios con niños, que no van a la escuela, y hay que compaginar la vida laboral, familiar y social. Esta realidad combinada, con un nivel de carga de trabajo elevado, puede incrementar el estrés y aumentar el malestar de las personas con dolor», describe Nieto.
El dolor como una experiencia biopsicosocial
Los investigadores de la UOC indican que muchos dolores físicos, como los de espalda, tienen orígenes que van más allá de los fisiológicos, ya que es una realidad en la que influye cómo nos sentimos en cada momento. Además, las interacciones con personas de nuestro entorno también pueden condicionar nuestro dolor.
Para afrontar esta realidad, apuntan los investigadores, existen las denominadas «intervenciones psicosociales». Estas terapias incorporan técnicas como la reestructuración cognitiva, es decir, ser conscientes de que nuestra forma de pensar afecta cómo nos sentimos y el dolor, y que tenemos que cambiar los pensamientos negativos por otros más adaptativos; o la distracción, que consiste en hacer alguna acción para distraer la atención, ya que, si no estamos tan pendientes del dolor, no nos afecta tanto.
Encuesta abierta
Para conocer cómo el confinamiento en España afecta a las personas que tienen algún dolor físico habitual, los investigadores han lanzado esta encuesta, que está abierta a la participación hasta el 9 de mayo. El cuestionario tiene una duración de 15 minutos.
Los investigadores quieren obtener información para entender los efectos durante el confinamiento de diferentes desencadenantes de los problemas de dolor para las personas con dolor. La encuesta tiene el objetivo de contrastar hipótesis científicas que pueden servir para la mejora de los tratamientos biopsicosociales para personas con dolor crónico. «Tener esta información es importante, ya que si el confinamiento afecta a los problemas de dolor crónico, debemos diseñar y pensar estrategias para futuras situaciones similares», indica Rubén Nieto.
Junto con Rubén Nieto, participan en este estudio Beatriz Sora, investigadora también del grupo de investigación eHealth Lab y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, la psicóloga clínica Rebeca Pardo, investigadora y profesora de la UNIR, así como Juan Vicente Luciano Devis y Albert Feliu Soler, investigadores del Instituto de Investigación Sant Joan de Déu.