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Foto de un dibujo con tres palabras en ingles: mental, física y emocional

Salud Mental Positiva y “discapacidad”

Por fin se habla en sociedad y sin remiendos de Salud Mental. Podríamos decir que es el momento de la Salud Mental y no porque consideremos ésta como una tendencia o moda, sino porque es pertinente, necesario y lo más importante, prioritario. 

Seguramente la pandemia ha representado una oportunidad para poner en valor y reconocer la importancia de la Salud Mental en el bienestar y en la calidad de vida de las personas y las familias, ya que de alguna u otra manera, tod@s hemos visto afectada nuestra salud mental. No obstante, nosotras, las enfermeras de salud mental, estamos al lado de las personas y sus familias, conscientes de la influencia de la salud mental en la salud (“sin salud mental no hay salud”). Teníamos claro que era una asignatura pendiente que debe ser atendida como corresponde. No ponemos en duda que la afectación de la salud mental es generalizada y afecta de manera global a la población, pero aquellas personas con situaciones de vida y necesidades especiales, merecen que tengamos en cuenta, pongamos en valor y visibilicemos más, por las dificultades a las que están sometidos, sus necesidades y también sus logros. 

El 10 de octubre se celebra el día internacional en pro de la Salud Mental y como especialistas en Salud Mental y en el cuidado, queremos dedicar unas reflexiones a promover el autocuidado de lo que se conoce con el nombre de Salud Mental Positiva, que es la experiencia de la salud mental orientada a conseguir el mayor desarrollo y bienestar posible para afrontar el día a día con serenidad y equilibrio encontrando un sentido vital además de atender las posibles amenazas, problemas y enfermedades. 

Aunque la Salud Mental Positiva debe fomentarse en todas las edades y momentos vitales del individuo, queremos poner el foco en fomentar el autocuidado y la promoción de la salud mental positiva de los jóvenes y especialmente de los jóvenes que tienen algún tipo de “discapacidad” y sus familias. Son los grandes olvidados e invisibilizados de esta sociedad y más las familias, siendo éstas el primer agente de socialización y resultando crucial que estén emocionalmente disponibles estableciendo límites y también responsabilidades por ser aspectos clave en el periodo de transición de la infancia a la adultez.

Los adolescentes en general y los jóvenes viven su propia crisis de desarrollo en lo que respecta a los cambios propios de la edad como pasar el duelo por dejar atrás la infancia, superar los retos de adaptación a nuevos escenarios de la vida más exigentes y la maduración para alcanzar, en la medida de sus posibilidades, autonomía e independencia. 

Los adolescentes y jóvenes que presentan una condición de salud añadida deben aprender a vivir con diversidad funcional y se ven en la necesidad de superarse constantemente y vencer limitaciones desde su propio esfuerzo y con el apoyo recibido de otros (familia, profesionales de salud y entorno). Esta circunstancia suele hacerles supervivientes más capaces, transformándose en verdaderos diamantes, ejemplos de superación constante cuyas experiencias debiéramos escuchar para ser sensibles, desterrar estereotipos y respetar la diversidad social.

En este punto, y añadido a la diversidad funcional, debemos ser conscientes de la importancia de la máxima STOP BULLYING, ya que se ha convertido en una lacra de nuestra sociedad. Para afrontar el problema existen distintas alternativas que pasan por entender el porqué de estas situaciones, cultivar la autoestima, buscar apoyos y cómo no, como sociedad darle la importancia que se merece. Por supuesto, no siempre es sencillo y la Salud Mental en estos casos, tanto de los jóvenes que lo sufren, como de sus familias, merece un cuidado especial. Las enfermeras sabemos cuán importante es aprender estrategias de autocuidado y recibir un cuidado y apoyo de otros acompasado, porque la vida puede resultar a veces como una montaña rusa con logros, pérdidas y escasa calma.

Cuando se potencia el autocuidado y se aprenden estrategias para mejorar la relación con uno mismo y con los demás, la gestión emocional, la relación interpersonal y el manejo del estrés, mejora el autoconcepto, la autoeficacia, se recupera la calma, se realizan afrontamientos activos, se pide ayuda y se recibe con naturalidad y se comparte socialmente. Todo esto es viable con tesón, apoyo y espíritu de superación sin caer en la falacia de expectativas no realistas y pensando en un ideal de felicidad sostenido.

Estos activos en salud orientados a mejorar la metacognición (pensamiento reflexivo), la inteligencia emocional y las habilidades sociales, alejan a las personas de otras posibles complicaciones que pueden sobrevenir, también las alejan del consumo y abuso de sustancias o de otras adicciones, aminoran la percepción de soledad, evitan el aislamiento, la desesperanza, e incluso el deseo de desaparecer y el riesgo de suicidio.

Hablemos con claridad, a pesar de nuestras circunstancias, TODAS Y TODOS siempre podemos hacer algo -cuidarnos más y mejor- para superarnos y vivir más satisfactoriamente. 

Ante esta realidad impulsemos políticas de salud y corresponsabilidad social, busquemos soluciones como atención personalizada y con enfoque familiar, fomentemos espacios de encuentro donde hablar y aprender autocuidados, organicemos grupos, fortalezcamos la ayuda mutua, incorporemos al currículum educativo la Salud Mental, más investigación, implantemos un modelo comunitario de atención y aumentemos la participación. 

Las enfermeras lo tenemos claro, presencia, esperanza y respuesta. ACTUEMOS. Adolescentes y jóvenes con diversidad funcional, así como sus familias, LO MERECEN.


Montserrat García Sastre y Julián Carretero Román
Enfermer@s de Salud Mental
Asociación Española de Enfermería de Salud Mental (AEESME)
 

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