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JAVIER HERNÁNDEZ AGUIRÁN

"El ser humano perfecto no ha nacido"

Imagen de Javier Hernández Aguirán

Este joven zaragozano de 38 años nació sin brazos y con una dismetría en las piernas, una circunstancia que, sin embargo, no le ha impedido conseguir cada uno de los retos que se ha propuesto en la vida. Periodista, ex nadador y conferenciante, hoy dirige la asociación ‘De los pies a la cabeza’, con la que pretende poner a todas las personas delante de su propio espejo para que, a partir de ahí, se motiven y logren ofrecer su mejor versión.

Este proyecto, surgido hace dos años, nace de una conferencia que lleva el mismo nombre y en la que Javier presenta un viaje que parte de sus pies y de la habilidad que ha tenido que desarrollar con ellos para adaptarse a un mundo que está diseñado para tener brazos. Los asistentes a esta charla son los verdaderos protagonistas y los mensajes y reflexiones que ahí se comparten son potencialmente útiles para todo el mundo.

Para no prejuzgar es fundamental la convivencia

“Si te pones delante de una persona con una realidad aparentemente muy diferente a la tuya y todo gravita en torno a esa persona, a los logros que ha conseguido o las vivencias que ha tenido, te puede parecer meritorio y hasta admirable, pero no te identificas con ella porque piensas que su vida no tiene nada que ver con la tuya y ahí se rompe ese vínculo”, cuenta Javier, para explicar que, en sus conferencias, él es “una mera correa de transmisión de una serie de reflexiones con las que te puedes sentir identificado, tengas las circunstancias que tengas”.

Su objetivo no es otro que el de trabajar la resiliencia y el empoderamiento, el de tratar en la medida de lo posible “que cada uno sea lo más escritor posible de su propia biografía”. “Todos estamos rodeados de circunstancias y ninguno vive envasado al vacío, pero que solo sean esas circunstancias las que nos afecten y no nos dejemos llevar y nos abandonemos por el resto. Muchas de las cosas que vivamos van a depender del grado de compromiso que tengamos con nosotros mismos”, argumenta.

La propuesta y el ensayo de Javier es, por tanto, el de mirar la realidad con otro enfoque y desde otra perspectiva para no caer en el error de pensar, como por ejemplo en su caso, que “está hecho polvo, no tiene brazos, tiene una pierna más corta que la otra, qué difícil tiene que ser su vida” porque, según sus palabras, “estamos rodeados de gente a la que aparentemente no se le ve ninguna dificultad, y al final todos navegamos y vivimos rodeados de ellas, dependiendo de en qué parte del mundo has nacido, de en qué situación familiar y económica te toca vivir”. “Todos tenemos nuestras dificultades y no tenemos que pensar que nadie es mejor que nadie”, insiste.

SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS

La vida ha llevado a Javier a querer experimentar siempre más y, aunque le gustaría pensar que seguiría siendo parecido sin una discapacidad, reconoce que su situación personal le ha llevado a desarrollar una serie de inquietudes para buscar siempre las respuestas y la mejor solución a sus problemas. En su opinión, la vida de todos consiste en “convivir con los problemas que van surgiendo y para los que hay que encontrar la mejor solución posible”.

Así fue cómo Javier aprendió desde niño a manejarse con los pies y a desarrollar toda una serie de habilidades con ellos que le han permitido disfrutar de la autonomía con la que vive a día de hoy. Un proceso y, a la vez, un progreso que no se consigue de un día para otro, sino que es fruto de la constancia y de la capacidad de cada persona de adaptarse a los diferentes entornos. “Creo que es importante que las situaciones se adapten pero también es importante que uno mismo sea capaz de adaptarse a cada escenario que se le presenta. Si las dos partes, situación o escenario y persona son adaptables, será mucho más fácil que al final se consiga esa fusión, esa mezcla”, afirma.

Todos tenemos nuestras dificultades y no tenemos que pensar que nadie es mejor que nadie

La adaptación al mundo de Javier fue también posible gracias al empeño de sus padres, que le educaron como a un hijo más, sin hacer distinciones con respecto a sus otros dos hermanos más pequeños. Su etapa escolar transcurrió en el colegio que había debajo de su casa, un centro ordinario y no de educación especial. “Mis padres se atrevieron a que yo empezara con todos para demostrar a partir de ahí no solo mis capacidades, sino también mis presuntas incapacidades, porque yo creo que es importante demostrar también lo que se presupone que no vas a ser capaz de hacer”, asegura.

CONVIVENCIA

Javier echa así la vista atrás, piensa en su primer día de colegio en el año 83 y todavía le suena muy moderno el concepto de educación inclusiva, “que no es otra cosas que hacer todo con todos y todos con todos”. En este sentido, cree que la sensibilidad de la sociedad con respecto a las personas con discapacidad ha mejorado, pero aún echa en falta ver el progreso en cuanto a la convivencia absoluta.

“Obviamente, todos los progresos que haya en accesibilidad, en que todo el mundo pueda acceder a los mismos sitios, es sensacional pero para mí la principal accesibilidad que debe haber es la de la convivencia”, afirma y lo compara con los idiomas, ya que “si los aprendes de niño, no se te olvidan en la vida y, si no te los han enseñado de niños y empiezas ya con unos años, te cuesta mucho el aprenderlo, pues con la convivencia, con la diversidad con todo, eso es un ensayo que tiene que ser desde los primeros años”.

Esa convivencia ha de quedar reflejada también en los medios de comunicación. Es por eso que Javier participa todas las semana como contertulio en el programa ‘Estudio estadio’ de Teledeporte. Además de volver a sus orígenes como periodista, lo hace precisamente para darle visibilidad a la discapacidad y fomentar ese progreso en materia de convivencia. “Lo hago porque socialmente creo que era un progreso y un avance para conseguir que las televisiones de este país se atrevan a poner delante de la cámara a todo tipo de profesionales. Llevamos 30 o 40 años que nos hacen reportajes, entrevistas, pero seguimos siendo el objeto de los contenidos, no somos el sujeto”, reivindica. Y es que, desde 2001, Javier solo había trabajado en prensa y en radio, pero no en televisión, puesto que en la actualidad “hay muy pocos casos, ninguno o prácticamente ninguno de periodistas con discapacidad que conduzcan programas, que los presenten o que colaboren asiduamente”.

Su participación en este programa de televisión le sirve también a Javier para mantenerse conectado con el mundo del deporte, con el que también ha llegado a cosechar éxitos como nadador paralímpico. En 2012, durante los Juegos Paralímpicos de Londres, ganó un diploma que, en realidad, no ha ganado nadie más en el mundo. “No he encontrado a nadie que haya empezado a entrenar con 30 años y solo tres años más tarde haya llegado a unos juegos paralímpicos, se meta en una final y gane un diploma por ello”, cuenta.

La imperfección es la esencia del ser humano

Además, desde pequeño, el deporte le ha permitido socializarse, además de tratar de explorar sus límites, de ver hasta dónde podía llegar y, sobre todo, de convivir con la derrota. “Somos una sociedad que le tiene mucha alergia a no ganar, pero al final, si en la vida hacemos algo, es fundamentalmente eso. Con el ánimo de que las cosas te salgan lo mejor posible, muchas veces lo haces peor de lo que piensas, pero en esas derrotas es donde tú te vas formando como persona y vas creciendo”, indica.

Tras salir de Londres, Javier retomó su punto de partida y volvió al mundo de la comunicación para seguir cargando su mochila vital de nuevas experiencias y retos por cumplir. Con su voz y sus conferencias, seguirá animando a todas las personas a alcanzar su máximo, tratando siempre de “optimizar lo que eres, lo que tienes y lo que eres”. A su juicio, no hace falta tener una discapacidad para sentirlo y entenderlo, porque “el ser humano perfecto no ha nacido”. “Este es el concepto fundamental. Solo necesitamos ensayarlo, repetirlo y muscularlo para que al final todos lo interioricemos y termine calando”.

Imagen de Javier Hernández Aguirán

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