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Foto de una mujer mayor haciendo ejercicio de brazos con unas pesas pequeñas

Investigaciones recientes han confirmado que las personas mayores que tienen una potencia muscular alta viven más años y, además, lo hacen con un mayor nivel de autonomía. Ahora, dos nuevos estudios han conseguido determinar cuál es el umbral de potencia muscular por debajo del cual se comienza a perder funcionalidad física, así como los valores que determinan que una persona padezca dependencia física grave. Las conclusiones de estos trabajos, desarrollados por investigadores del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en el Grupo GENUD Toledo (Universidad de Castilla-La Mancha-UCLM), han sido publicados en las revistas “Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle” y “Medicine & Science in Sports & Exercise”.

“La evidencia ha mostrado que la potencia muscular es la principal variable que influye en la funcionalidad física de las personas mayores. Sin embargo, hasta la fecha no existían puntos de corte ni valores normativos que nos permitieran diagnosticar una baja potencia muscular, o simplemente conocer si los niveles de una persona son normales o incluso positivamente altos con respecto al resto de la población”, explica Ignacio Ara, coordinador de los estudios. 

Para poner cifra a estos umbrales, en el primero de estos estudios los investigadores se centraron en hallar el valor de potencia muscular relativa a la masa corporal que determina un riesgo elevado de padecer problemas en la movilidad y funcionalidad física. Para ello, analizaron datos de un total de 9.320 personas mayores de entre 60 y 103 años de edad y de cuatro países (Bélgica, Dinamarca, Portugal y España), y de 586 personas jóvenes de entre 20 y 60 años. 

Los resultados fijaron que estos niveles mínimos de potencia muscular se corresponden con 2,1 W/kg en mujeres y 2,6 W/kg en hombres. Las personas mayores por debajo de estos valores tuvieron 10 veces más riesgo de padecer limitaciones funcionales. 

Los investigadores también observaron que la pérdida de potencia muscular relativa comienza a partir de los 30 años, aunque se acelera sobre todo a partir de los 50 años de edad, tanto en hombres como en mujeres. Así, entre los 30 y los 50, la potencia muscular decrece a razón de un 1 % cada año; de 50 a 80, se pierde de 2 a 5 % por año, y, ya por encima de los 80, la pérdida alcanza hasta el 6-9% por año de media. 

“Esta información es muy relevante para la aplicación de políticas sanitarias que actúen sobre determinados grupos de edad cuando aún se está a tiempo de prevenir los problemas de dependencia funcional que podrían ocurrir en el futuro”, señala Ignacio Ara. 

El segundo trabajo desarrollado en este campo por este equipo de investigadores se centró en identificar qué valores de potencia muscular relativa determinan que una persona padezca un problema de dependencia física grave, como es no poder levantarse de una silla de altura estándar (45 cm) sin ayuda de los brazos. “Esta actividad es de vital importancia en el día a día, ya que es la antesala de cualquier otra actividad, y requiere de unos niveles mínimos de potencia muscular relativa en las piernas para poder llevarse a cabo”, apuntan los investigadores.

En este estudio participaron un total de 11.583 personas mayores, también en el rango entre 60 y 103 años de edad y de cuatro países europeos: Bélgica, Dinamarca, Portugal y España. Los resultados revelaron que, aunque el nivel de potencia muscular relativa necesario para levantarse de una silla depende de la estatura, el umbral promedio necesario es de aproximadamente 1,0 W/kg, sin estar influido en este caso por la variable del sexo. 

Además, los investigadores encontraron que, entre las personas mayores que no alcanzaban ese valor mínimo de potencia muscular, el 100 % padecían problemas de movilidad, como una baja velocidad de la marcha, y aproximadamente el 50 % padecía algún tipo de discapacidad en actividades de la vida diaria, como el aseo personal. 

Los indicadores de ambos estudios se han incorporado a la app PowerFrail, una aplicación de e-health desarrollada por este mismo grupo de investigadores y dirigida a evaluar la potencia muscular y la fragilidad en personas mayores, al tiempo que permite proporcionar, en función de los datos obtenidos, intervenciones individualizadas de entrenamiento físico para la mejora de estas condiciones.

 

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