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Una especialista revisa la visión de un hombre mayor en la consulta

El glaucoma sigue siendo el “ladrón silencioso de la vista”, como es conocida popularmente esta enfermedad que afecta a más de un millón de personas en nuestro país, de los que aproximadamente el 40 % no lo sabe, según las cifras que ha dado a conocer la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares (AGAF).

Cuando hablamos de glaucoma hablamos de un conjunto de patologías oculares caracterizadas por el daño que sufre el nervio óptico del paciente. Un daño que no provoca dolor pero que sí va reduciendo poco a poco su visión periférica.

La Organización Mundial de la Salud reconoce que a los signos oculares propios de esta enfermedad hay que sumarle otros factores que están relacionados directamente con ella, como son la edad, el género, la raza y la condición socioeconómica. De ellos, la edad es el factor de riesgo más importante, ya que a partir de los 60 años las personas desarrollan glaucoma con mucha mayor frecuencia (afectando alrededor del 8% en la población mayor de 65 años, y al 10-12% de los mayores de 75 años).

Aún hoy el glaucoma es una enfermedad para la que no existe cura, por lo que es muy importante realizar el diagnóstico lo antes posible y, una vez realizado, intentar frenar su avance.

Como aseguran desde la AGAF, son varias las investigaciones que han demostrado que seguir correctamente las pautas que establecen los oftalmólogos es muy efectivo a la hora de controlar la progresión de esta patología ocular. Sin embargo, se han identificado distintos factores que influyen a la hora de que los pacientes desarrollen una adherencia terapéutica satisfactoria. Entre ellos, destaca que, si bien se mejora considerablemente la calidad de vida de las personas, lo cierto es que no vuelven a recuperar la vista que habían perdido hasta el diagnóstico y, esa falta de mejora es la que provoca que se terminen abandonando las prescripciones médicas.

 

Enfermedad neurodegenerativa

Desde la Asociación se solicita que el glaucoma sea incluido en el grupo de enfermedades neurodegenerativas, para que se refuerce la investigación en el origen de la enfermedad y, sobre todo, en cómo regenerar y recuperar el nervio óptico, como única manera de recuperar la vista que ya se ha perdido.

Además, la AGAF considera esencial que en estas investigaciones invierta tanto el sector público como el privado, dado que se trata de trabajos complicados y largos en el tiempo, ya que la regeneración neuronal de un órgano tan pequeño como el ojo es un trabajo arduo, y que hasta ahora estos trabajos no cuentan con la financiación suficiente. Como asegura el presidente de AGAF, Joaquín Carratalá, hoy todos los esfuerzos médicos y científicos se centran en controlar la tensión ocular, “pero a nosotros nos gustaría ir también al origen de nuestra enfermedad. De esta forma, si se estabilizase nuestra tensión, podríamos recuperar la vista que hemos perdido”.

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