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Foto de una chica con sindrome de down sonriendo

El esfuerzo invisible

A menudo vinculan el esfuerzo al éxito. Esto parece señalar a quienes nos esforzamos a diario superando barreras para llevar una vida normal. Estudiantes que deben trabajar para pagar sus estudios, migrantes, familias en situación de exclusión social y, también, las personas con síndrome de Down. 

Soy Angela, tengo 27 años y tengo síndrome de Down. Y desde bien pequeña he tenido que ir superando barreras que la sociedad me impone. Afortunadamente, cuento con el mejor equipo para superarlas. Mi equipo lo formamos: mi familia, mis compañeros con discapacidad y la Fundación Asindown. 

Desde que nací he tenido que ir demostrando que era capaz de conseguir los retos que me marcaba, que con los apoyos y recursos adecuados, sumados a mi esfuerzo y sacrificio, podía ir superando cada meta. Estas metas, probablemente, sean asequibles para una gran mayoría de la población. Pero, ¿acaso todos tenemos las mismas capacidades para lograr cada reto o meta? ¿acaso le puede suponer el mismo esfuerzo a todas las personas subir una montaña, nadar en el mar, o correr una maratón? Si el esfuerzo está tan vinculado a las capacidades y la situación de cada persona, ¿por qué continuamos poniendo barreras? 

Cuando era muy pequeña tuve que ir a atención temprana para superar dificultades, aprender a andar y a interiorizar movimientos y recibir estímulos que mejorasen mi desarrollo. Aunque todo esto lo logré a mi propio ritmo, os aseguro que el esfuerzo fue enorme. 

Luego llegó el colegio y la etapa educativa. Conseguí trabajar la autonomía, y estudiar en un colegio donde compartía clase con personas sin discapacidad. No fue fácil tampoco. Pude ver cómo mi equipo, mi familia y Asindown, lucharon para que tuviera los apoyos que necesitaba para alcanzar mis propias metas. Al final, se trata de eso, de que las metas las pongamos en función de nuestras capacidades.  

Después de pasar por el colegio me especialicé en los cursos de formación de Asindown. Tuve la oportunidad prepararme para en el futuro poder tener un trabajo. De nuevo, el resultado de la formación no puede servir para medir el esfuerzo. No tengo una carrera universitaria, ni ningún máster, pero tengo las ganas, la capacidad de superación y los conocimientos para trabajar en multitud de puestos de trabajo. Sobre todo, de cara al público.

Actualmente soy trabajadora de la Fundación Asindown en el área de administración y en el área de marketing social. Poder trabajar y crecer laboralmente ha sido la meta más complicada a la que me he enfrentado. Aún hay muchas barreras en el mercado laboral que suponen tener que demostrar cada día que estamos capacitados para cumplir con nuestro trabajo. El nivel de exigencia juega una mala pasada: supone un bloqueo, que nos veamos incapaces de hacerlo y pensemos que nunca lo conseguiremos. Afortunadamente, cada día somos más personas que demostramos que podemos hacerlo. 

Recuerdo esa sensación de plenitud y de confianza y de entender un poco más esa palabra que escucho tanto: inclusión. Para mí, el día Mundial del Síndrome de Down es también el día del esfuerzo invisible. Ese esfuerzo que todos y todas las que tenemos síndrome de Down tenemos que hacer para demostrar al mundo que por supuesto que podemos lograr las metas que nos pongamos. 

Ángela Garcerán
Área de Administración y Área de Marketing Social
Asindown

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