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Está encendida la TV; aparece un mensaje sobre el cuidado en la pandemia. 

En la casa de Juan, de manera infructuosa, él intenta seguir el texto del close caption (subtítulos), aunque en el canal que lo pasan también está el servicio de interpretación, pero el recuadro donde aparece el intérprete de lengua de señas es tan pequeño, que Juan no sabe con qué queda menos informado. 

El anuncio, que parece hablar de lavado de manos y algo relacionado con jabones, muestra a alguien hablando, pero de nuevo, Juan comprende solo por partes de lo que hablan. Pregunta en casa, y varios de sus familiares le dicen, con señas básicas (porque ellos no saben el lenguaje oficial), que se trata del COVID…esta palabra la deletrean, pues nadie conoce si existe la seña. Juan espera pacientemente a poder conversar con sus amigos sordos por videollamada, para ver si así logra averiguar algo más sobre las nuevas medidas, que es de lo que parece que trata todo esto.

En la casa de María, aparece el mismo mensaje; ella, sentada frente a la televisión, escucha con atención un mensaje sobre la forma segura y correcta de colocar el tapabocas, así llamamos  a la mascarilla aquí en Colombia: “la mejor forma de ponerse el tabapoca es la siguiente: ubíquelo así, sobre esta parte y luego ajústelo aquí.” María nunca ha palpado un tapaboca, no sabe exactamente qué es aunque puede deducirlo por la palabra (algo para tapar la boca); ha escuchado varias noticias sobre el COVID, pero en ninguna lo describen. ¿Cómo puede ella siendo ciega, saber exactamente qué es sin una descripción y sin todavía haberlo tocado? También ella, como Juan, tendrá que esperar, en su caso a conocer de qué le hablan por medio de sus manos, esas mismas que ahora ubican como las principales culpables de la transmisión del COVID.

En ambas casas se siguen enfrentando a un reto comunicativo, cotidiano para millones de personas en el mundo que experimentan condiciones diferenciales visuales - como la ceguera y la baja visión- y auditivas –como la pérdida auditiva parcial o total-, y que interactúan en entornos que, muy a menudo, olvidan que hay diferentes maneras de acceder a la información, y por lo tanto diversas maneras de comunicarse. 

El reto comunicativo de las diferencias sensoriales, tanto auditivas como visuales, se hace más evidente en tiempos de pandemia, cuando los medios de comunicación olvidan los parámetros mínimos de accesibilidad comunicativa, cuando se olvida de que el público receptor es tan diverso como los medios y que las herramientas para hacer posible una comunicación para todos, está allí…sólo es necesario recordar la necesidad de comunicar-nos, y abrir las puertas a las múltiples formas de transmitir la información.

 

Angela María Lopera, PhD
Docente de cátedra - Investigadora Grupo PSICOG
Doctora Ciencias Sociales y Humanas, UdeA
Magister Neuropsicología, USB
Lic. Educación Especial, UdeA

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