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Humanización sanitaria, gestión clínica y derechos humanos

Desde su origen, la medicina se ha centrado en desarrollarse de manera técnica y científica. La posición médica siempre ha sido preeminente frente al enfermo, hasta que en el siglo XX ocurrió un cambio de paradigma donde esa relación de influencia-poder basada en el conocimiento, se fue transformando en una negociación de las indicaciones en un marco crítico. Dicho cambio supuso tener en cuenta la ética en el plano médico gracias a la influencia de escritos como la Declaración Universal de Derechos Humanos. Este documento básico ha supuesto un incremento esencial en el desarrollo de los pueblos y las personas, en el logro de una convivencia satisfactoria en todos los órdenes sociales, siendo un capítulo conmovedor en la historia del progreso humano. Los derechos de las personas son constructos y convenciones que han alcanzado objetivos esenciales, como son, en nuestros días, sistemas sanitarios, sociales o laborales. En esta línea y en un plano más actual cabe destacar los objetivos que las Naciones Unidas plantean para un desarrollo sostenible en la denominada Agenda 2030. 

Se dice que la Medicina ha avanzado más en los últimos 25 años que en los 25 siglos anteriores. Este nivel de desarrollo técnico y científico ha salvado muchas vidas humanas. También una ingente cantidad de personas se han beneficiado al experimentar una mejora en su calidad de vida por la aplicación de tecnologías, tratamientos o cuidados especiales. Nunca un servicio público ha ofrecido una efectividad tan importante a la ciudadanía.

En España han existido varios programas de gran eficacia en resultados de salud; por ejemplo, la propia medicina de familia, el trasplante de órganos, los tratamientos inmunoterápicos oncológicos, la hemodinamia cardiaca, la investigación biomédica, medicina genómica a la carta, una nueva concepción de la natalidad, el nuevo arsenal antimicrobiano y antiviral, avances en desarrollos robóticos y de computación como el Big-Data, avances en medicina neurodegenerativa, así como muchos otros. Uno de los retos de la organización y de las profesiones es la transformación desde un sistema curativo, a uno más preventivo en todos los órdenes. Y sobre el reto anterior, otro que ya nos confronta a una sociedad envejecida y por tanto desde una asistencia a pacientes agudos, a una atención del enfermo crónico, pluripatológico y envejecido.

Es preocupante la situación de la persona mayor en una sociedad individualista y de consumo, en donde esta persona con experiencia ya no cuenta, a efectos de rentabilidad y además precisa de mayor atención y cuidado. Es necesario acentuar las obligaciones de cuidado y alimento hacia la persona mayor, tal y como obliga en términos de mínimos la legislación vigente, desarrollar una mayor sensibilidad, detectando situaciones ocultas de maltrato y comunicándolas a las autoridades competentes.

El sistema sanitario en España ha constituido un logro social de primera magnitud, que con frecuencia es sometido a graves tensiones por parte de todos los actores, ciudadanos, profesionales y organizaciones representativas, en especial gestores y políticos. No siempre se cuida lo suficiente una supraorganización como es el Sistema Nacional de Salud que logra cada día tantas satisfacciones, beneficios y utilidades, tan valiosas en el ámbito de la salud de las personas y en la salud pública de la comunidad en su conjunto. Y una de las causas para que el cuidado no sea el adecuado, es la falta de un relato mantenido y constante en el plano ético, que profundice en los principios que articulan una organización de valores morales.

Ciertamente es más complejo modificar actitudes que estructuras arquitectónicas u organizativas, pero debiera comenzarse por analizar el mundo emocional de la salud, en donde se producen desencuentros, satisfacciones y vínculos. El Servicio Sanitario padece una descompensación a favor de lo científico, gracias a ello se han conseguido los grandes avances en todos los campos, objetivándose una hipotrofia emocional. Manejamos mejor toda una compleja disciplina clínica o quirúrgica, cualquier técnica diagnóstica o terapéutica y sin embargo existe un amplio margen de mejora en el plano de las relaciones, de la comunicación, de la empatía y de la compasión, no sólo en el plano individual y personal, sino también en el institucional.

Nos movemos en el plano de la medicina sólo como ciencia; la evidencia científica no es excluyente de la evidencia emocional y de la atención personalizada. Atendemos y tratamos personas, no enfermedades. Confianza, generosidad, ayuda, escucha, empatía y compasión son valores elevados que deben impregnar las profesiones sanitarias, pero que con frecuencia no calan en las organizaciones. Escuchemos la voz de los pacientes, conozcamos cómo sienten el servicio que les ofrecemos, que los pacientes no sean el centro, que nuestras actuaciones no sean para, sino con ellos. 

Esta entrada es un extracto del artículo “Humanización sanitaria, gestión clínica y derechos humanos”, de Luis Carlos Martínez Aguado, publicado en el número 25 de la revista Actas de Coordinación Sociosanitaria.